sábado, 25 de abril de 2015

Cagar

En estos tiempos de desigualdad y crisis moral y política da gusto saber que el Creador en su infinita sabiduría se preocupó de que toda la humanidad mantuviese en cualquier situación algo en común. Sí señores, como bien dice el dicho: "caga el cura, caga el Papa y de cagar nadie se escapa".


Hoy hablamos de CAGAR.

No vamos a hablar de la alegría que produce la evacuación, tanto para los que procedemos a la limpieza intestinal a diario como para aquellos que sufren de estreñimiento. Incluso para estos el gozo es aún mayor por el alivio añadido que la ansiada relajación del esfínter produce en sus angustiadas entrañas.

Según la revista Muy Interesante pasamos 53 días de nuestra vida cagando. No voy a pararme a discutir los estudios de tan respetable revista, pues no sé si el muestreo ha sido todo lo bueno que debiera o si han tenido en cuenta únicamente el tiempo que el excremento está atravesando el orificio en cuestión en lugar del dedicado a la ceremonia al completo. Eso son asuntos de Josu Mezo y no míos.

Hay que cagar con alegría
Resulta que soy uno de esos sujetos que considera cagar una experiencia positiva, de meditación y de simbiosis de mi vida interna con el entorno. Es el momento de organizar el día o reflexionar sobre él y eso es tan importante como preparar la comida o salir a tiempo de casa para llegar al trabajo. A diferencia de los encuestados por Muy Interesante tardo entre 15 y 30 minutos en la ceremonia completa que acompaña a la evacuación, lo cual, teniendo en cuenta que suelo cagar dos veces al día implica una media de 45 minutos diarios dedicados a tan noble labor. Teniendo en cuenta que el año tiene 365 días y que la esperanza de vida de un hombre español es de unos 82 años calculo que dedicaré unos 935 días de mi vida a cagar (lo cual son más de dos años y medio si las cuentas no me fallan). Esta cifra supone un año y pico más que el tiempo dedicado a cuestiones tan importantes como el cortejo o el tiempo que pasamos enfermos.

Es por esto último por lo que sorprende que exista tanta literatura sobre cortejo y tantos recursos públicos y privados destinados al mantenimiento de la salud y al cuidado de la misma y tan poco estudio de qué hacer mientras excretamos.

Así que voy a arrojar un poco de luz sobre el tema dedicando una entrada a qué hacer durante más de dos años y medio de nuestras preciosas vidas. El orden obedece a un criterio absolutamente aleatorio, así que no penséis que están ordenadas por orden de importancia. Espero que sea el cagador el que decida qué labor satisface y acompaña con mayor acierto su quehacer.

1º LEER

En pocos lugares es más placentera la lectura. Sin embargo mi experiencia me dice que no toda actividad lectora hace justicia a la actividad cagadora:

  • Etiquetas de productos cosméticos: Existe la teoría infundada y carente de apoyo académico de que la lectura de las etiquetas del champú, desodorantes y demás productos de higiene personal son un complemento perfecto para el momento de la descarga. Tengo que objetar, puesto que la gente de bien, que es educada, trabajadora y temerosa de Dios no acude al excusado como quien acude a sellar el paro, sino que se regocija en el único placer innegable que el Creador ha tenido a bien no considerar pecado. Las etiquetas son lecturas insulsas y sin fundamento, añadiéndose el hecho de que son textos breves que se finalizan apenas el primer zurullo ha hecho acto de presencia. Al igual que uno no usa cucharas de plástico para comer caviar, la lectura de etiquetas no fue concebida para el momento en el que devolvemos al mundo lo que él con tanto cariño nos ha dado. 
    Las buenas costumbres se aprenden en la infancia
  • Clásicos de la literatura: Si tú, noble lector, estas pensando que al ser el cagar una de las más excelsas y nobles actividades que el ser humano pude hacer merece por tanto la compañía de las más excelsas y sobresalientes obras de nuestros literatos, no puedo más que llevarte la contraria. Es el momento de recordarte que tan malo es pecar por exceso que hacerlo por defecto. La lectura sólo se lleva bien con el acto de obrar si ambos consiguen mejorarse y complementarse en perfecta armonía, es decir, si una consigue aumentar el gozo que produce la otra. La lectura de las grandes plumas de la historia, tanto en lengua castellana como extranjera, requieren de la mente una concentración y un acaparamiento de recursos que merman necesariamente la alegría de deponer. Como única excepción se recomienda la lectura de la obra de Gracias y desgracias del ojo del culo de Don Francisco de Quevedo por motivos tan obvios que no requieren de explicación alguna. 
  • Novela policiaca y de aventuras: Esta es la literatura idónea para el trono. Se trata de novelas que enganchan y divierten sin carecer muchas de ellas de la calidad que la actividad merece. Por esta circunstancia el lector, una vez comenzado el capítulo o la escena en cuestión no quiere cerrar el libro sin terminarlos, lo cual le lleva a extender el tiempo entregado a su labor de cintura para abajo. Se produce así ese extraordinario momento con el que todo buen defecador lector está familiarizado de dosificar la expulsión de las heces y coordinarlas con el avance de la lectura, pues de todos es sabido que si se cagase a la velocidad natural, los restos de la deyección se secarían entre glúteo y glúteo generando una película solidificada a la que el papel higiénico común no es capaz de hacer frente. 
  • Cómics: He aquí otra lectura digna de semejante momento. En este caso me permito recomendar los tebeos españoles de Francisco Ibáñez y Escobar, por ser estos graciosos y artísticos a partes iguales. Tal vez las historias largas de Mortadelo o Zipi y Zape extiendan en exceso el tiempo de vaciado del disco duro, pero no se debe tener miedo a dejar una historieta a medias, querido amigo. En estos casos recomiendo marcarse un punto en mitad de la historieta y coordinar los movimientos intestinales con el avance en la misma. Siempre habrá otra cagada para saber qué hace Don Pantuflo con los gemelos. 
  • Leer este blog: Me he preocupado bastante de que las entradas tengan la extensión justa para soltar una cagada. Además de que, está feo que lo diga yo, pero la calidad de mis entradas es incuestionable. 
2º ESCUCHAR MÚSICA O RADIO.


  • Canciones del verano y pachangueo: Si eres de los que escuchan semejantes cosas mientras depones te pido oficialmente que cierres la página y no vuelvas a leer mi blog. Si yo fuese tu esfínter me pondría en huelga hasta que acudieses a terapia, no digo más. No es que tenga nada en contra de esos ritmos, es que es más que obvio que la dignidad de un arte no se puede comparar con la vulgaridad de una moda. 
  • Géneros musicales de calidad: Dejo la consideración de "calidad" a cada cual. En este caso la audición de piezas musicales puede ser aceptada siempre y cuando se trate de obras que inviten a la reflexión profunda pero serena de la realidad que nos rodea. En ese caso, y sólo en ese caso, el objetivo de la música y de la defecación armonizarán como es debido. Ni que decir tiene que queda terminantemente prohibido cagar y cantar al mismo tiempo si es que tal cosa es fisiológicamente posible. O se caga o se canta. 
  • Escuchar la radio: Entendemos la radio como radio hablada. Es una actividad realmente recomendable y en pocas situaciones se disfruta del parte de noticias con mayor gozo y provecho que sentado en la taza del váter. Recomiendo especialmente la audición de programas de Carlos Herrera dado que pocos comunicadores han difundido y amado el cagar  con tan sincero cariño y, por tanto, han merecido más que él el honor de acompañar la expulsión diaria de nuestro ministro de interior. Somo recomendación diría que no se mezcle la retransmisión de eventos deportivos, no sólo porque una cosa nos saque de la otra, sino porque la celebración y aspaviento que suele acompañar a las celebraciones de los tantos pueden provocar vergonzantes desgracias cuando se tienen los pantalones por las rodillas. 
3º JUGAR A VIDEOJUEGOS Y USAR DISPOSITIVOS PORTÁTILES.

  • Game Boys y dispositivos retro: Dicen las malas lenguas que la Game Boy se diseño para que los niños pudiesen jugar en la calle y en el recreo. Semejante afirmación es falsa de toda falsedad pues en aquella época los niños salíamos a la calle para jugar a las canicas y al balón; la Game Boy se inventó para cagar. Echarse un Mario mientras sacamos a Obama de la Casa Blanca es un acto religioso que ilumina nuestro espíritu con la misma intensidad con la que se oscurece la porcelana bajo nuestras posaderas. Cualquier consola portátil es válida siempre que sea anterior a la PSP, momento en el que los juegos dejaron de ser tan deliciosamente simples y se modernizaron en exceso para tan primaria tarea. 
    No tener Game Boy agudiza el ingenio. 
  • Jugar con el móvil o la tablet: A pesar de tratarse de dispositivos modernos, jugar en ellos es altamente recomendable siempre y cuando los juegos respeten ciertas normas de sencillez que no eclipsen la importancia del milagro natural que está ocurriendo a nuestras espaldas. Aquí me permito recomendar unos juegos con los que yo gozo mucho de mi tarea: 
          • Zombi Tsunami: Muy divertido, partidas cortas que siempre te dejan con ganas de más. Hay que saber parar para no sufrir el mal de la mierda seca descrito anteriormente. 
          • Flappy bird: Es el juego perfecto para los cagadores, su manejo es básico y primitivo como básico y primitivo es sacar la leña al patio. 
          • Poker: Cualquier plataforma de poker es buena para cagar, siempre y cuando nos e jueguen torneos de más de 8 participantes. Por mucho que alarguemos nuestra labor carga de nuestro tráiler tiene un límite. 


Se me ocurren muchas cosas más, pero me tengo que ir porque me estoy cagando y, además, querría que en esta entrada participaseis todos vosotros con vuestras aportaciones y comentarios.

Y recordad: el comer y el cagar con reposo se han de tomar.